Autoestima un proceso constante de retroalimentación entre lo que pensamos de nosotras, lo que vemos y lo que somos.

Amarse es un proceso constante de autoconocimiento, una relación que crece día a día, en la cual vamos descubriendo fortalezas, capacidades, actitudes, comportamientos que impacta en las cosas que hacemos o sentimos, y si estás nos reportan satisfacción. Entendemos entonces que nuestra autoestima comprende el hacernos bien a cada momento, tomar posición como mujeres de nuestras necesidades, dejando de traspasar el poder a otro de nuestras decisiones, deseos o acciones.

La cultura en que nos ha tocado vivir arraiga la idea en que las mujeres no podemos o somos débiles, estamos frente a una sociedad que no solo explota a las mujeres, sino que, a todas las personas, invisibilizando la capacidad de ser suficientes mediante distintos mecanismos, poniendo de manifiesto una inferioridad emocional y psicológica en nuestro género, que nos aleja de nuestro real potencial. Resulta relevante hacer consciencia de todas aquellas ideas que están interiorizadas acerca de nuestra imagen, de nuestro cuerpo, de nuestros limites intelectuales. Cuánto de aquello nos es más que una idea impuesta de una sociedad competitiva y fría, que busca lucrar con cada complejo que vemos en nosotras, encasillándonos en estereotipos que difícilmente podemos cumplir, sin sacrificar nuestra integralidad.

Entender nuestra autoestima como un proceso implica construir una realidad interna y externa para nosotras, para ello necesitamos involucrarnos con el autocuidado. Comenzamos entonces a mirarnos, pero mirarnos bien, de manera compasiva, para lograr identificar primero aquellas ideas que a lo largo de nuestra vida hemos recogido de otros, de nuestro entorno, de quienes nos hemos relacionado, de modo de saber exactamente que nos hace bien, que nos hace mal, cómo nos autosaboteamos, a quién y cómo nos sometemos. Identificar esto nos ayuda a poner límites firmes pero flexibles que permitan, dar espacio en primer lugar a lo que somos, este paso inicia el proceso de poder generar autoestima, dado que los limites son esenciales para autocuidarnos, protegiéndonos como una madre, aquella que debe crecer internamente para comenzar a nutrirnos constantemente de lo que necesitamos para estar bien.

¿Como sería entonces mirar la autoestima como un proceso?

La autoestima es un vehículo que moviliza, el valor personal para luego activar el poder personal, si definimos esta línea de activación de autoestima decimos:

En primer lugar, está la autoestima, que es la relación continua con nosotras mismas, que nos permite hacernos bien, cuidarnos y nos hace elegir lo que nos hace bien y lo que nos drena. Nos habla de ser buenas madres con nosotras mismas, a maternarnos.

El siguiente paso en este proceso es el valor personal, que es la medida de la autoestima con nuestro valor personal, cuando nos amamos se hace estrecha esta relación con nosotras que hemos creado, adquiere limites, apreciamos lo que somos, lo que nos permite ver con claridad nuestra capacidad. Aquí nace la voluntad y el compromiso de trabajar en aquello que debemos transformar, estimula la confianza en nosotras, nos posiciona para luego dar paso a la acción mediante el uso del poder personal.

Poder personal, es resultado de la alquimia entre la autoestima que hemos creado y el valor personal, dándonos la capacidad de hacer cualquier cosa que tengamos como propósito. El poder personal es lo que nos moviliza a seguir adelante, a ampliar la mirada ante las dificultades, a reflexionar sobre nuestros errores, sin castigarnos con la autocrítica despiadada, sino que a aprender y reaprender cada vez que sea necesario. El poder personal es el resultado del trabajo consciente en la construcción de nuestra autoestima, nos eleva, nos lleva a creer en nosotras.

Otro punto importante para comenzar a construir nuestra autoestima es asumir la responsabilidad que tenemos cada una de nosotras, sobre nuestro bienestar y aquí volvemos a hacer énfasis en el autocuidado, somos adultas y no podemos depender de otro para que nos ame, atienda nuestra necesidad, resuelva nuestros conflictos y esperemos que nos entregue felicidad. Con una pareja podemos compartir la felicidad, pero no exigir que la otra persona tenga que cargar con su felicidad y con la nuestra. En este punto se hace imprescindible la honestidad con nosotras mismas, de modo de comprender que todo podemos darnos, que no requerimos de otro para sentirnos completas, que requerimos poner a disposición toda la voluntad necesaria para transitar por sobre el ego y el apego, logrando con esto libertad para poder comenzar a valorarnos. Comprender la magnitud de nuestra persona, hacer los cambios necesarios, ser capaz tomar decisiones, establecer límites es nuestra gran misión como mujeres.